Ingeteam contribuye a una electrificación más cibersegura

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El sector de la energía está inmerso en un profundo cambio impulsado por la descarbonización, la transición energética y la integración de energías renovables

En este contexto, la digitalización de la red juega un papel fundamental. Los equipos y sistemas que controlan y automatizan la red eléctrica deben digitalizarse e incorporar tecnologías y elementos de comunicación que permitan su acceso desde cualquier punto de la red. Dotar de inteligencia a la red eléctrica, conlleva asociado el reto de garantizar que su conectividad se lleve a cabo de manera segura, minimizando los riesgos de ciberataques o accesos no autorizados.

En Ingeteam hemos liderado el proyecto TrueValSec (Trust Technologies for Smart Grid value chain Cybersecurity), colaborando junto con otras empresas del sector y cuyo objetivo ha sido el de desarrollar nuevas tecnologías en materia de ciberseguridad para las redes inteligentes del futuro. El proyecto ha trabajado sobre la tesis de una ciberseguridad defensiva teniendo en cuenta todos los elementos que forman la cadena de valor, estableciendo mecanismos de defensa como son los sistemas de cifrado de baja latencia, para tratar que la red eléctrica sea impenetrable.

El proyecto ha contado con el apoyo del Gobierno Vasco a través del programa de apoyo a la I+D Hazitek 2021 y la cofinanciación de la Unión Europea a través de los fondos FEDER.

 

Estabilidad regulatoria para la independencia energética en tiempos de crisis

Guillermo Amann - presidente asamblea general AFBEL
Por Guillermo Amann, Presidente Asamblea General de AFBEL, para El Periódico de la Energía

La convulsión internacional provocada por la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso pone de relieve la necesidad de mejorar la seguridad energética de Europa a través de la minimización de la dependencia de las fuentes primarias

Este conflicto es un claro ejemplo de los vínculos enmarañados entre los sistemas energéticos y la seguridad nacional, y demuestra vívidamente los costos sociales y económicos de impulsar el uso de combustibles fósiles. La independencia energética europea solo se puede conseguir, dado el estado actual de la tecnología, con la intensificación de la generación mediante energías renovables lo antes posible.

Este reto ya estaba en la agenda de la UE y los gobiernos nacionales, por la cuestión medioambiental de la lucha contra el cambio climático, pero la crisis global generada por el conflicto no ha hecho más que mostrarnos la vulnerabilidad de Europa y la necesidad imperiosa de trabajar a contra reloj para caminar mucho más rápidamente hacia la autosuficiencia energética. Basta como ejemplo las palabras del ministro de Finanzas de Alemania, Christian Lindner, quien llamó recientemente a las energías renovables «energías de libertad«.

Es un hecho que la Unión Europea depende de Rusia para el suministro de energía, ya que importa de ese país; el 41% del gas natural y el 27% del petróleo que consume. La propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, reiteró hace unos pocos días en Berlín su deseo de que Europa deje de depender de Rusia, diversifique sus fuentes de energía y acelere su inversión en energías renovables.

El pasado 3 de marzo, en respuesta a los impactos en el mercado energético de la invasión rusa de Ucrania, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) publicó un plan de propuestas para reducir la dependencia de la UE del gas natural ruso en más de un tercio en un solo año. Entre las acciones inmediatas propuestas de la AIE se incluyen aquellas que específicamente inciden en el corto plazo como son las relativas a no firmar nuevos contratos de suministro de gas con Rusia, reemplazar los suministros rusos con gas de fuentes alternativas o introducir obligaciones mínimas de almacenamiento de gas para mejorar la resiliencia del mercado. Pero también proponen que Europa acelere el despliegue de nuevos proyectos eólicos y solares.

La Comisión, y todos los actores involucrados, sabemos que el mayor cuello de botella para la expansión de las energías renovables son las complejas normas y procedimientos que existen en toda Europa para la concesión de permisos de nueva energía eólica y solar. Hacer cumplir los plazos de la UE para las decisiones de permisos que entraron en vigor hace muchos meses es de suma importancia ahora más que nunca. Al igual que lo será la próxima orientación de la Comisión a los Estados miembros sobre cómo pueden simplificar exactamente sus procesos de concesión de permisos.

No tenemos que olvidar que el despliegue de las energías renovables requiere enormes niveles de nuevas inversiones. Esto, a su vez, requiere inequívocamente la imprescindible estabilidad regulatoria que no ahuyente la inversión. Las normas europeas del mercado de la electricidad proporcionan esa estabilidad. Manipularlos, por ejemplo, permitiendo que los gobiernos cambien las reglas sobre cómo se fijan los precios, eliminaría esa estabilidad y congelaría las inversiones con el consiguiente impacto nefasto sobre toda la cadena de valor mayoritariamente “made in Europe”. Esto significaría no solamente menos energías renovables sino un frenazo significativo a los sectores como el de bienes de equipo eléctrico tan consolidado en nuestro país.

La promulgación de medidas a corto plazo debe ir encaminada fundamentalmente a la protección frente a altos precios de los consumidores de electricidad vulnerables y no al intervencionismo en el mercado.

El esperado documento que está elaborando la Comisión Europea sobre los precios de la energía deberá ser una gran oportunidad para trazar el curso que dará lugar a la rápida expansión de las energías renovables y la seguridad energética y eso pasa por una inequívoca estabilidad regulatoria que no ponga en peligro las inversiones necesarias para consolidar un sistema eléctrico basado en fuentes de generación autóctonas.

La transición energética: una oportunidad industrial

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Por Mar Duque, Directora General de AFBEL, para CINCO DÍAS

España necesita políticas que maximicen el impacto económico del proceso

La transición energética debe ser una oportunidad para las economías industrializadas. La Comisión Europea adoptó recientemente el cuarto informe sobre el estado de la Unión de la Energía, que asegura que las políticas europeas han puesto la Unión Europea en el camino hacia una transición a la energía limpia que permita aprovechar las oportunidades económicas que ofrece, generando crecimiento y empleo.

En este contexto, el mercado de equipos eléctricos mundial crecerá en la próxima década por la descarbonización, la creciente necesidad de modernización y digitalización de las redes y el acceso a la electricidad en países en desarrollo. La inversión global asociada a la transición energética puede alcanzar los 7 billones de euros en las redes eléctricas y otros tantos en generación renovable hasta 2040. Esto se traduciría en una oportunidad para el sector de la fabricación de bienes de equipo eléctricos de hasta 3,4 billones de euros en dicho periodo.

Las inversiones de la transición energética van a ser una oportunidad para la industria española. El sector de fabricación de bienes de equipo eléctrico superó el reto de la crisis económica, y destaca por sus tasas de productividad, así como de creación de valor añadido e inversión en I+D (de media, el doble que la media de la industria manufacturera).

En relación con su potencial de crecimiento, el estudio elaborado por Monitor Deloitte en colaboración con Afbel El sector de fabricación de bienes de equipo eléctrico ante la transición energética: una oportunidad industrial indica que la transición implicará unas inversiones totales en redes eléctricas de entre 46.000 y 55.000 millones de euros hasta 2030 en España. Adicionalmente, la nueva generación renovable en nuestro país conllevará inversiones de 7.000 millones de euros en equipos eléctricos hasta 2030.

En suma, el estudio estima que se comercializarán en España entre 25.000 y 32.000 millones de euros en equipos eléctricos vinculados a la transición energética hasta 2030. Capturar esta oportunidad permitirá la recuperación de la actividad previa a la crisis económica para este sector, y también para otros sectores, dado el elevado porcentaje de cadena de proveedores nacionales que utiliza, y que en algunos equipos puede llegar al 80%.

Para aprovechar esta oportunidad, la industria española está en disposición de fabricar productos de mayor valor añadido, como nuevos bienes de equipo eléctricos que contribuyan a la digitalización de la red eléctrica y mitiguen los retos de la transición energética; por ejemplo, la integración de un volumen creciente de energía renovable no gestionable y de autoconsumo, o el despliegue de la infraestructura de carga inteligente del vehículo eléctrico. Estos equipos digitales harán más fuerte a la industria española frente a la creciente competencia de productos extracomunitarios de bajo coste.

El sector ya ha comenzado la transformación para ganar aún más competitividad, gracias a las ventajas de la Industria 4.0, la inversión en I+D y la mayor capacitación de su fuerza laboral. Si el sector consigue aprovechar el mayor potencial de ventas nacionales y exportaciones asociadas a la transición, su actividad podría duplicarse en la próxima década, para lo que será clave aprovechar el efecto arrastre de empresas españolas tanto el mercado nacional, como en otros mercados internacionales como las renovables.

España necesita ine­ludiblemente políticas que maximicen el impacto económico de la transición energética. Será clave una política industrial que potencie el posicionamiento de la industria española (por ejemplo, a través de planes integrales de transformación de Industria 4.0), la cooperación industrial entre operadores y fabricantes, y las iniciativas intersectoriales. En relación con la política energética, es fundamental adaptar el modelo retributivo de las redes eléctricas –con una retribución adecuada para incentivar las inversiones, la innovación y la actividad económica– y desarrollar una planificación de las inversiones.

En definitiva, es un hecho que la transición energética es una oportunidad para sentar las bases de una nueva economía, mientras se crea actividad en sectores económicos clave, como la edificación, la movilidad o la generación renovable. La transición energética es una oportunidad de oro que no podemos desaprovechar para conseguir un modelo económico más sostenible.