La gastronomía apuesta por la electrificación basada en renovables para combatir la crisis energética

electrificación en la gastronomía

Guillermo Amann, portavoz del Foro para la Electrificación ha moderado el webinar ‘Conscious Business: Gastronomía y electrificación. El futuro de la gastronomía sostenible’, en el que han participado Bosco López Landa, Paco García, Nil Rosique, Carmelo San Martín y Sergio Martín de las Heras

El Foro para la Electrificación ha celebrado ‘Conscious Business: Gastronomía y electrificación. El futuro de la gastronomía sostenible’, un webinar donde profesionales destacados han profundizado sobre las etapas y procesos necesarios, a lo largo de toda la cadena de valor, para que la comida llegue a nuestros platos de forma sostenible.

En esta jornada, desde el prisma de los ODS, se han abordado las evoluciones que se están implementando en este sector, tan importante en nuestro país, para conseguir minimizar su consumo energético y su impacto medioambiental y reducir al mínimo el desperdicio de recursos naturales. Para ello, recuerdan, es imprescindible tener en cuenta a toda la cadena de valor, desde el origen de los ingredientes y sus formas de su cultivo y/o producción, hasta su transporte a los mercados y cómo llegan finalmente a nuestra mesa.

Un webinar necesario, ahora más que nunca, puesto que es un sector clave en nuestro país que, teniendo en cuenta la producción agrícola, la distribución, el turismo gastronómico y la hostelería, supone el equivalente al 33% del PIB, dando empleo, además, al 18% del total de los trabajadores en España.

Guillermo Amann, portavoz del Foro para la Electrificación, ha moderado la sesión en la que ha participado Bosco López Landa, Scout de Tecnología e Innovación en BOSCH y Co-founder en FVC Consulting; Paco García, director durante 22 años del restaurante con estrella Michelin El Lago y fundador de Calma-Eladio; Nil Rosique, Business Developement Partner de KROPTEK; Carmelo San Martín, gerente corporativo de Calidad y Medio Ambiente en Zamora Company – Ramón Bilbao; y Sergio Martín de las Heras, director de operaciones en Abadía Retuerta LeDomaine.

Bosco López Landa, Scout de Tecnología e Innovación en BOSCH y Co-founder en FVC Consulting, ha asegurado que “estos momentos de crisis energética traen consigo una serie de desafíos para las empresas a la hora de buscar nuevas cadenas de suministro y nuevas formas de hacer las cosas”, destacando también que “el consumidor cada vez está más concienciado y hay que ser transparentes para que comprueben que la eficiencia energética y la sostenibilidad son reales”. Además, ha destacado que la llamada OIT o internet de las cosas impacta también en la eficiencia energética aplicando algoritmos de control que ayudan, no solo a mejorar la experiencia de usuario, sino también a ahorrar a las familias.

Paco García, director durante 22 años del restaurante con estrella Michelin El Lago, fundador de Calma-Eladio y pionero y referente de la filosofía slow food y los productos Km0, ha destacado que “creamos Calma-Eladio por la necesidad del sector de encontrar productos de cercanía, para satisfacer su demanda”, porque mientras que cuando comenzaron era una actividad pionera, “ahora los restaurantes y hoteles se suman a los productos de cercanía o Km0 y de temporada, es una realidad y una corriente que no tiene marcha atrás, eliminando las cadenas de suministro”. También ha destacado la importancia del cambio en los pequeños y medianos agricultores con un caso real de uno de sus productores que afirma que “las placas solares son lo mejor que he sembrado nunca”, porque además de permitirle reducir drásticamente su factura le permiten, gracias a la sombra que proporcionan puede cultivar otras variedades.

Nil Rosique, Business Developement Partner de KROPTEK, ha ofrecido datos importantes: la agricultura tradicional es responsable de 1/3 nuestra huella de carbono y en 2050 necesitaríamos 2 planetas tierra para seguir produciendo para alimentar a la población humana, por ello crean granjas verticales totalmente controladas en las que se puede cultivar todo el año y sin necesidad de pesticidas, a la vez que “se elimina la cadena de suministro propiciando productos de Km0”, poniendo como ejemplo la granja que tienen en marcha en Canadá, permitiendo el cultivo, a pesar de las temperaturas extremas, de frutas y verduras que antes sólo podían importar desde California o México (a 8.000 km), ahorrando miles de kilómetros de transporte. También ha destacado el ahorro que supone este sistema, aun con la implantación de las infraestructuras necesarias, “poniéndolo en una balanza, 1gr de fruta o verdura importada, frente a 1 gr de fruta cultivada en una granja vertical supone un ahorro en 2022, de 92 zonas de emisiones de Co2 a la atmósfera y para 2023 (con la ampliación prevista) tenemos previsto reducir unas 180 toneladas de emisiones a la atmósfera”.

Carmelo San Martín, gerente corporativo de Calidad y Medio Ambiente en Zamora Company – Ramón Bilbao, ha destacado que desde Ramón Bilbao participan, junto con la Federación Española del Vino en hacer la certificación ‘Wineries for Climate Protection’ “accesible para todas las empresas del sector, independientemente de su tamaño” afirmado que para acceder a certificaciones de sostenibilidad como esta “las empresas tienen que tener una hoja de ruta para medir y conocer sus consumos, qué procesos o qué maquinaria están incrementando ese consumo y qué medidas pueden ser eficientes”, destacando 3 ejes: la energía, el consumidor y el equipo de la propia empresa. También ha destacado el trabajo de la bodega “tan vinculada, desde hace años, en la protección del medioambiente entendiéndolo como parte del crecimiento socioeconómico de la zona y su entorno”

Sergio Martín de las Heras, director de operaciones en Abadía Retuerta LeDomaine, ha recalcado que, desde el sector del lujo, “la sostenibilidad no es un lujo, es una necesidad y los viajeros así lo entienden”, destacado lo importante que ha sido para su compañía, recibir la estrella verde Michelin, en 2020, que reconoce a los restaurantes que apuestan por la sostenibilidad y describiendo su modelo que incluye más de 35 productores locales, un centenar de productos de proximidad y su propio huerto orgánico, gestionado por un hortelano de la zona con agricultura sostenible. También cuentan con la certificación ‘Wineries for Climate Protection’ y al respecto ha profundizado en lo que han supuesto sus políticas de eficiencia energética poniendo por ejemplo el 30% de ahorro que ha supuesto la instalación de placas fotovoltaicas, como el consumo medio de 60 hogares españoles, también evita la emisión de unas 2.250 toneladas de Co2 en los próximos 20 años, “al final es cuidar del entorno y concienciar, tanto al huésped, como al equipo humano que forma Abadía Retuerta, de lo importante que es la sostenibilidad para nosotros.”

Finalmente, Guillermo Amann, portavoz del Foro para la Electrificación, ha concluido que “es importante como sociedad que seamos conscientes de todas las actividades que se engloban en el sector de la gastronomía y dar a conocer el esfuerzo que todas las empresas están realizando para acometer la electrificación necesaria para reducir las emisiones de Co2 y descarbonizar, también con la forma en la que comemos cada día, nuestra sociedad y economía”, destacando además “el reto que supone que el consumidor conozca todas las evoluciones y esfuerzos que se están realizando para que también pueda decidir comer de forma consciente y sostenible”.

Transición energética: ¿amenaza u oportunidad?

Foro para la Electrificación_AFBEL
Por Guillermo Amann & Paloma Sevilla, miembros del Comité Gestor del Foro para la Electrificación, para Expansión

La Unión Europea, de la mano del paquete legislativo “Energía Limpia”, está liderando un proceso de transición energética que nos conduce hacia un horizonte descarbonizado en el año 2050.

La próxima década va a ser critica para poner a Europa, y a todo el planeta, en la senda de limitar el calentamiento global por debajo de los 2ºC e, idealmente, de 1,5ºC.

Cabe preguntarse si este gran reto, al que también estamos comprometidos como consecuencia de los llamados “Acuerdos de París”, ¿supone una amenaza o bien una oportunidad?

España acaba de presentar su Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, que plantea la necesidad de electrificar la sociedad y la economía, como vía para alcanzar los citados objetivos de descarbonización.

El vector energético eléctrico ha demostrado su capacidad para incorporar fuentes de energía renovables en su mix de generación de forma cada vez más competitiva. Parece, pues, lógico pensar que la electrificación de la economía va a producirse de una forma natural.

El uso de la electricidad deberá extenderse a todos los sectores; especialmente a aquellos que, por su demanda energética, son cruciales para este proceso, como es el caso de la edificación, el transporte y la industria.

El sistema eléctrico debe prepararse, no solo para soportar volúmenes sensiblemente superiores a los actuales, sino también para dar cabida a nuevas funcionalidades. Una transformación que exige reforzar y digitalizar las redes eléctricas en todos sus niveles de tensión y, muy especialmente, en la baja.

En efecto, este cambio de nuestro modelo energético va a requerir de unas redes de distribución fuertes, malladas y digitalizadas. Será necesario contar con un marco regulatorio estable, que permita acometer razonablemente las inversiones necesarias -que, en el caso de las redes, ascenderán a cerca de 30.000 millones de euros hasta 2030-.

Solo así será posible incrementar significativamente la capacidad de generación de origen renovable; integrar tales puntos de generación en todo el sistema eléctrico; electrificar usos energéticos como el transporte terrestre y la climatización; dar cabida a nuevas formas de suministro; y empoderar al consumidor, de la mano de herramientas como los contadores eléctricos inteligentes.

España cuenta con unas redes sólidas y seguras; no obstante, los nuevos retos exigen no solo no bajar la guardia, sino elaborar planes de inversiones exigentes y complejos cambiando el paradigma convencional del cobre y el voltio al paradigma 4.0 del microchip y el tratamiento de datos. La tarea no es fácil, pero nuestra industria, en toda su cadena de valor, dispone de capacidad contrastada para desplegar de forma eficiente la tecnología que ya existe y la que, sin duda, seguirá viniendo.

De este modo, la buena noticia es que la industria eléctrica española está preparada para adaptarse a esta transformación. Los fabricantes de equipos, los proveedores de soluciones, servicios y sistemas y los operadores de las redes de transporte y distribución, están en la vanguardia mundial en sus ámbitos respectivos. Todos ellos ven en la electrificación una oportunidad de crecer en sostenibilidad, riqueza y empleo.

El sector eléctrico se apunta al reto siendo consciente de la dificultad, pero sintiéndose capacitado para afrontarlo. Electrificando la economía conseguiremos ser más competitivos y contribuiremos significativamente a la ineludible lucha contra el cambio climático.

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Un mundo más eléctrico y más limpio

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Por Leonardo Hervás, miembro del Comité Gestor del Foro para la Electrificación, para Cinco Días

Los Estados deben plantearse seriamente las acciones para cumplir con el Acuerdo de París

Queda apenas un año para que entre en vigor el Acuerdo de París y los Estados miembros deben plantearse de forma seria las acciones que van a realizar para poder cumplir con los objetivos medioambientales planteados.

En la COP24 que se ha celebrado este mes en el seno de las Naciones Unidas se presentó el Emissions Gap Report 2018. Este informe analiza la distancia entre la senda de emisiones con las políticas y objetivos actuales y las sendas que serían consistentes con el objetivo de frenar el calentamiento global en 2 grados y 1,5 grados respectivamente. Las conclusiones del informe son claras: aún es posible cumplir los objetivos marcados en París, pero los compromisos adquiridos actualmente por los Estados no serán suficientes para evitar una subida superior a los 2 grados centígrados.

Se puede debatir mucho sobre los caminos a seguir para cumplir con este reto, pero lo que parece claro es que el mejor CO2 es el que no se emite. Atendiendo al desarrollo tecnológico actual y al uso intensivo de energía de la sociedad, el camino deberá contar con un mayor protagonismo de la electricidad, una energía que se puede generar sin emitir CO2 a la atmósfera, es barata, fiable, eficiente y limpia.

La Agencia Internacional de la Energía lo pone de manifiesto en su informe anual presentado el pasado mes de noviembre, asegurando que la electricidad será la estrella del proceso de transformación. Considera que el potencial de la electricidad es enorme, asegurando que es técnicamente viable que el 65% de la energía final consumida sea eléctrica. En España hoy el porcentaje que supone la energía eléctrica está en el 24% y, según Deloitte, para cumplir con los objetivos medioambientales deberíamos avanzar hasta un 35% de electrificación en 2030. Es posible que a un ciudadano de a pie le digan poco estos números. Quizá baste con que pensemos que al menos deberíamos ser capaces de sustituir por electricidad la energía que almacenan los combustibles de los depósitos de nuestros vehículos, y ser más eficientes medioambientalmente en la forma en que consumimos energía en nuestros hogares y en nuestros trabajos.

Para conseguir este incremento del uso de la electricidad, primero tendríamos que ser capaces de producir una mayor cantidad de electricidad sin emitir CO2. Por suerte, la tecnología ya permite generar energía renovable a un precio competitivo y, no solo eso, también existen alternativas renovables gestionables que junto con tecnologías de almacenamiento nos permitirán iniciar el proceso de transformación del mix energético. Este proceso no será inmediato, requerirá planificación y suficiente tiempo para garantizar un relevo con garantías en todos los sentidos: técnicas, medioambientales, económicas y sociales.

Una vez que tengamos suficiente capacidad de generación, tendremos que asegurar que esta energía pueda llegar a los ciudadanos cuando estos la necesiten y, al menos, a los niveles de calidad actuales. Las redes deberán afrontar dos retos muy relevantes: por un lado, deberán ser capaces de gestionar la presencia mayoritaria de fuentes de generación condicionadas por la disponibilidad del sol y del viento. Y, por otro lado, se atisba un futuro en el que el papel del consumidor cambiará radicalmente. Las nuevas tecnologías, la digitalización, el desarrollo del almacenamiento o el vehículo eléctrico permitirán transformar al consumidor en un actor activo dentro de una red cada vez más interactiva.

Por último, nos quedaría que los ciudadanos eligieran la electricidad para sustituir a las otras energías más contaminantes que se usan en la actualidad. En este ámbito, los aspectos de mayor potencial de crecimiento estarían en la calefacción y climatización de nuestros hogares y, cómo no, en el desplazamiento por carretera. No cabe ninguna duda de que el coche eléctrico nos permitiría conseguir una reducción decisiva de las emisiones de CO2 y contribuiría a que los habitantes de las ciudades disfruten de un aire más limpio. Poco a poco hay mayor presencia de vehículos eléctricos de todo tipo en las ciudades y vemos cómo se desarrollan modelos de negocio que son rápidamente adoptados por los ciudadanos; por ello es una cuestión de tiempo que esta tecnología limpia se imponga.

La Agencia Internacional de la Energía puso de manifiesto en su informe que, para que se produzca esta transformación, las señales de inversión vendrían dadas en un 70% por las políticas de los Estados y solo en un 30% por señales de precios de los mercados. Ante esta situación, es preciso que los Gobiernos y los representantes de los ciudadanos cobren conciencia del reto, de su magnitud, y tomen medidas claras para iniciar el camino. Es necesario un consenso de Estado que no se vea afectado por intereses políticos de corto plazo.

Pero no solo los Gobiernos han de actuar: los ciudadanos también tenemos que hacerlo pues somos nosotros quienes, en última instancia, decidimos cómo consumimos y qué tipo de energía. Aquí hay mucho camino por hacer. Tenemos que reflexionar sobre cómo usamos la energía pues muchas veces la consumimos de forma innecesaria. También deberemos plantearnos si no habría otras alternativas más limpias y eficientes. Sin duda, podemos hacer nuestro día a día más limpio con la electricidad: cocinar, calentar o refrigerar nuestros hogares, desplazarnos para ir a trabajar o visitar a nuestras familias…

Como ciudadanos tenemos que concienciarnos sobre la importancia que tiene dejar un futuro viable a las generaciones venideras. Tenemos que actuar desde nuestro día a día y exigir a nuestros representantes políticos que impulsen de forma decidida el cambio.