Las redes eléctricas claves para la electrificación de la economía

redes eléctricas

Por Guillermo Amann, Presidente de Asamblea General de AFBEL

Fiel a los compromisos adquiridos en la COP de Paris, la Unión Europea está impulsando el desarrollo hacia una economía baja en carbono y más eficiente en el uso de los recursos, mediante distintas políticas energéticas que se han concretado en unos objetivos de obligado cumplimiento, siendo éstos para el horizonte 2030-2050 muy ambiciosos. La transición hacia la descarbonización de nuestra economía es, hoy, una realidad y la adopción de estos objetivos demuestra que la Unión Europea quiere liderar este proceso de cambio. Es una realidad que todos los agentes involucrados en el sector energético están trabajando en soluciones cada vez menos emisoras de CO2, pero es también evidente que el vector eléctrico es el que está consiguiendo logros más evidentes con unos grados de penetración de generación de origen renovable impensable hace unos pocos años. La economía se va a electrificar progresivamente en sectores como el transporte por carretera, climatización e incluso en algunos procesos industriales intensivos en energía.

Esta transición no solo está afectando a las diferentes tecnologías de producción de electricidad sino también a su demanda y consumo. Los consumidores tienen cada vez una mayor concienciación sobre sus consumos energéticos y el suministro de energía más limpia, por lo que están adoptando un papel cada vez más comprometido y activo en el uso de los recursos energéticos a través de la eficiencia. Esto hace que la sociedad sea consiente y partícipe de aspectos como el avance de las energías renovables, el desarrollo de la generación distribuida, la necesidad del impulso al desarrollo del vehículo eléctrico o las novedades tecnológicas orientadas al consumo inteligente, la digitalización o el almacenamiento de energía.

Nos encontramos en un proceso de cambio. Un proceso de cambio en el que nuestro sistema eléctrico se enfrenta a una serie de retos en los que las redes eléctricas tienen que jugar un papel clave. Las redes eléctricas son, y seguirán siendo, el espacio común en donde tienen que operar todos los agentes, la palanca clave en la transición energética, ya que de su modernización y digitalización depende el desarrollo de los factores fundamentales para la descarbonización de la economía como son el desarrollo de la generación distribuida, el incremento de las energías renovables o la mayor penetración del vehículo eléctrico.

La digitalización y la automatización de las redes es uno de los pilares estratégicos que se tiene que tener como prioridad en esta transición hacia el nuevo modelo energético. Esta modernización de las redes eléctricas no solo implica la introducción de nueva tecnología orientada a la mejora de la operación del sistema, sino también, orientada a cumplir con las nuevas necesidades que tienen los prosumidores, aumentando su bienestar y eficiencia económica.

Se prevé que el prosumidor interactúe con la red, favoreciendo una gestión más eficiente del sistema eléctrico. Además, en momentos en los que la demanda de electricidad del sistema sea máxima, picos de demanda, las propias instalaciones de generación o las baterías eléctricas domesticas podrían volcar la electricidad de vuelta a la red, aplanando de esta forma la curva de demanda, lo que a su vez reduciría la necesidad de aumentar la capacidad de la red eléctrica. Estos avances permitirán al prosumidor tomar decisiones a tiempo real sobre cuándo, cómo y dónde consumir su energía, a la vez que mejorará de una manera notable la calidad del servicio y del suministro.

Por todo esto, las redes eléctricas son un elemento fundamental en la transición energética, integrando nuevos puntos de conexión tanto renovables como de recarga, siendo capaces de gestionar flujos de electricidad bidireccionales y adaptándose a las nuevas necesidades de todos los agentes. Sin embargo, esta modernización de las redes requerirá de la realización de nuevas inversiones a futuro que deberán de ir destinadas a fomentar la electrificación de la economía, aumentar las interconexiones internacionales, actualizar la red de media y baja tensión, desarrollar su digitalización y favorecer su automatización y modernización. No hay que olvidar que estas inversiones al tratar, en gran medida, de responder a retos tecnológicos, los nuevos puestos de trabajo que con ello se crea, son de cada vez más alta cualificación en el sector de bienes de equipo eléctrico y sus nuevas tecnologías asociadas. Además, potenciarán el desarrollo económico de todo el país, creando nuevas industrias y nuevos modelos de negocio.

El sector representado por AFBEL es puntero tecnológicamente y netamente exportador (aproximadamente un 50% de la facturación del sector), que genera un 0,5% del PIB nacional y un empleo directo e indirecto en España de más de 30.000 personas de alta cualificación.

En conclusión, las redes eléctricas tienen un papel estratégico como facilitadoras de la transición hacia un nuevo modelo energético y la descarbonización de la economía, al permitir la integración del resto de tecnologías de forma eficiente y efectiva. Por ello, en los próximos años las redes deberán experimentar un conjunto de actualizaciones y refuerzos, haciéndose cada vez más automatizadas y digitales, incorporando nuevas tecnologías, nuevos usuarios y nuevos servicios.

Por unas reglas estables para las redes eléctricas

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Por Guillermo Amann, Presidente de Asamblea General de AFBEL, para Cinco Días

Se necesita un mercado doméstico sólido y sostenible para apalancar la activida

El estudio Hacia la descarbonización de la economía: la contribución de las redes eléctricas a la transición energética, elaborado por Monitor Deloitte, de impecable realización como no podía ser de otro modo considerando a sus autores, llega a las siguientes conclusiones sobre el mercado de redes eléctricas y su marco regulatorio.

En primer lugar, la transición energética va a conllevar un aumento de la demanda eléctrica y de la generación renovable; así como una mayor gestión activa de la demanda. En segundo, los operadores de red van a tener un papel crítico y necesitan modernizar las redes invirtiendo, hasta 2030, unos 30.000 millones en activos que forman parte de la base regulatoria. Eso supone un nivel de inversión similar a la media histórica y no supera los límites establecidos por la propia Regulación.

En tercer lugar, la tasa de retribución financiera debe estar en línea con nuestros países vecinos. Se estima así que la rentabilidad adecuada se sitúa en torno al 7%. Por último, a modernización de las redes contribuye a la disminución de los peajes, la posibilidad de ofertar nuevos servicios, el cumplimiento de los objetivos medioambientales y la creación de empleo. Eso supone beneficios relevantes tanto para los consumidores como para la sociedad en general

Es necesario analizar y considerar estas conclusiones que llegan en el momento preciso en el que se están sentando las bases para la definición de aspectos tan importantes como la retribución financiera de las inversiones en el siguiente periodo regulatorio que comenzará en 2020.

España necesita un marco regulatorio estable, consensuado por todas las partes. Sería altamente beneficioso para la sostenibilidad del sistema eléctrico que hubiese voluntad política, por parte de los partidos con voluntad de gobierno, para elaborar un pacto de Estado sobre energía que diese cobertura al nuevo marco regulatorio.

En el escenario político actual, resulta difícil imaginar que tal pacto se convierta en una realidad en el corto plazo, pero al menos, sí que cabe demandar a los partidos que la regulación del sistema eléctrico no se convierta, en ningún caso, en un instrumento político.

Sin entrar a valorar los medios puestos en escena, es un hecho que los peores momentos del déficit tarifario ya han sido superados y la deuda contraída se está amortizando. Eso lleva a pensar en que es el momento de incentivar la inversión, a través de la regulación, para el beneficio común de la necesaria modernización de las redes eléctricas ante los retos a los que van a estar sometidas con la implementación del paquete legislativo europeo Energía Limpia para todos los Europeos.

No hay que olvidar que la retribución de las inversiones en la red de distribución en nuestro país ha bajado en los últimos 20 años y es la menor de Europa. No podemos aspirar al despliegue de la infraestructura de carga del vehículo eléctrico, al fomento del autoconsumo a través de fuentes renovables distribuidas, a gestionar activamente la demanda ofreciendo servicios energéticos de valor añadido, a la muy necesaria electrificación de los puertos, a la adecuada digitalización de la red ni al incremento de la eficiencia energética del consumo y de la propia red, si no retribuimos adecuadamente la inversión en activos de distribución.

Resulta necesario consensuar el marco regulatorio del siguiente periodo, escuchando a todas las partes y mirando el modelo de los países de la Unión Europea. La estabilidad regulatoria es fundamental y debería estar basada en la evolución progresiva al servicio de los cambios de paradigma que se prevén significativos con la llegada del ambicioso paquete legislativo europeo. Este nos encamina hacia la decarbonización de la economía, que comienza con la decarbonización del sistema eléctrico y la electrificación de cada vez más sectores que demandan energía.

El sector de fabricantes de bienes de equipo eléctrico para las redes de transporte y distribución representados por Afbel necesita estabilidad y fomento de la inversión en nuestro mercado doméstico.

Vapuleados por la crisis (como otros muchos sectores) no tuvimos más remedio que concentrar nuestros esfuerzos en la exportación e internacionalización. No todos los fabricantes lo consiguieron: algunos por desgracia, han tenido que cerrar. Pero la mayoría ha superado el reto.

Hemos logrado sobrevivir como sector, a pesar de la brutal caída del mercado doméstico, porque somos competitivos, tecnológica y económicamente, frente a nuestros competidores europeos y mundiales.

Suponemos un 0,5% del PIB nacional y damos empleo de alta cualificación (directo e indirecto) a más de 30.000 personas. Empleo que hemos mantenido en porcentaje muy por encima de las caídas en facturación. Y hemos hecho ese esfuerzo precisamente por el hecho de tratarse de empleo altamente cualificado que resulta difícil de formar o recuperar.

Pero necesitamos un mercado doméstico sólido, de alto componente tecnológico y sostenible para poder apalancar con firmeza nuestra actividad exportadora a la que en ningún caso vamos a renunciar.

Y eso está en manos del Gobierno y la CNMC, que son responsables de diseñar e implementar un nuevo marco regulatorio que debería ser moderno y ambicioso para adecuarse a los nuevos retos.

Guillermo Amann es el presidente de la Asamblea General de la Asociación de Fabricantes de Bienes de Equipo Eléctricos.

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